A la izquierda del Apeadero, como segunda antesala del Patio del Aceite, encontramos el Jardín de Santa Justa así denominado por la obra de azulejería fijada en una de las fachadas que conforman este espacio donde aparecen representadas las Santas Justa y Rufina.
Tal vez sea el carácter exótico aportado por la vegetación lo que mejor diferencia el Jardín de Santa Justa dentro del conjunto de jardines del Palacio de las Dueñas. Cómplice de la orientación sombría que le aporta la alta medianera en la zona Sur, este fresco lugar acoge una composición botánica que trasporta a otras latitudes.
El acceso al espacio se desarrolla atravesando una monumental hilera de cactus cuya especie -Euphorbia ingens- se caracteriza por ser una de las más grandes que existen. Tras ellos esperan árboles como el del paraíso -Melia azedarach-, varios tipos de palmeras -Trachycarpus fortunei, Washingtonia filifera-, plantas de flor como el hibisco -Hibiscus rosa-sinensis- y un rosal semitrepador -Rosa banksiae- en la zona soleada o la hiedra -Hedera helix- que cubre de verde la medianera sombría.
Bajando las escaleras contemplamos el viejo peral -Pyrus communis- que sigue dando frutos, varias musas paradisíacas, un denso grupo de bambús negros -Phyllostachys nigra- combinados con orejas de elefante -Alocasia odora-. Al fondo el profundo verde de la enorme costilla de adán -Monstera deliciosa- contrasta, de nuevo, con las tonalidades de la Buganvilla. Si nos fijamos bien, al abrigo de toda esta composición crecen sobre maceta brotes nuevos de pilistra -Aspidistra-.